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Hacia Muzo.

Interrupción. Nos habíamos olvidado - qué vergüenza, o qué indicio de cuán sobrecargados andamos - de que nos esperaba una importante tentativa en camino. La tentativa de encontrar, cerca del pueblito de Chía, en una comunidad de padres claretianos, el misterioso tercer eslabón de la trilogía de los fósiles de cacao y de banana desaparecidos, el padre, ex-profesor, todavía-paleontólogo, y descubridor de los mismos; según direcciones de su retiro gentilmente reveladas por la Universidad Nacional.

Sí, lo encontramos.

Hablamos con el padre paleontólogo, más exactamente paleobotánico, como ahora sabemos de su propia boca.  Los dichosos fósiles, los tiene él.


Los dos fósiles

Resulta que, al retirarse de la universidad, dejó en manos de ésta todos los fósiles que encontró en el desempeño de sus funciones universitarias, pero guardó aquellos fósiles que encontró en sus momentos de investigaciones personales - y entre ellos figuran los dos famosos ejemplares únicos en la Tierra. Se extrañó mucho de que nadie en los dos museos supiera que los tenía él.

De todos modos, fue muy amable con nosotros, nos convidó con jugo de mango y pastelitos, nos dejó fotografiar los dos fósiles a saciedad - esperamos que por lo menos una de las muchas fotografías tomadas resultará buena, porque no es fácil tomar este tipo de fotografías a mano libre - conversó con nosotros unas dos horas, mucho de paleobotánica pero no todo de paleobotánica.

Nos aclaró que su fósil era el único conocido en la Tierra en el momento de su descubrimiento y durante muchos años después; pero que, eventualmente, se descubrió otra banana fósil, en la India central.

Hablando de aclaraciones de propiedad científica, es divertido ver una fruta tan falta de distinción y, al contrario, símbolo de ridículo - se la asocia con las payasadas de los monos, y los Vespuccianos no encontraron mejor manera de mostrar su desprecio por ciertas repúblicas latinoamericanas que llamarlas repúblicas-bananas - ser el objeto de estudios de la más profunda seriedad, en periódicos y libros científicos de los centros más doctos de la Tierra.

Nos enteramos con interés muy especial de que, aparte de ser padre, paleobotánico, ex-profesor, también es radiestesista; sí, usa comúnmente un péndulo para muchos propósitos, para buscar agua, para detectar enfermedades, para lo que se necesite, y por supuesto para buscar fósiles y otros lugares de paleovida. Naturalmente, este tema ocupó la mitad de la conversación, ya que nosotros mismos tuvimos durante años un gran interés en las posibilidades de la radiestesia, así que pudimos intercambiar opiniones y experiencias.