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La cordillera de los Andes se divide, en Colombia, en tres ramales; es el único lugar donde se divide en tres ramales. Nosotros estamos viajando por el ramal más oriental, el que está más cerca de los llanos.

Leiva.

Si alguien nos hubiese dicho que Leiva es un amable vestigio colonial, ahora podríamos decir que sí, Leiva es un amable vestigio colonial; pero nuestra información era que Leiva es una perla colonial de las serranías, y a ello tenemos que contestar que de ninguna manera; lo más colonial que tiene es probablemente la impresión creada por el empedrado de sus calles y de su plaza central.

Así que ya van dos, Tunja - Leiva, que no son lo que se dice que son.

Mucho más interesante que el pasado colonial de Leiva es su pasado geológico y paleontológico - del cual, por otra parte, no habíamos escuchado ni una palabra hasta ahora.

Pero sí, en las afueras del pueblo, hay un pequeño museo paleontológico, con piezas encontradas en la vecindad - en su mayoría, sin mucha originalidad, desde amonitas en perfecto estado de conservación hasta meros pedazos de ictiosaurios, - pero con dos hallazgos literalmente únicos y que, por sí, valen más que todo lo demás en el museo, a saber una fruta de cacao fosilizada y una banana - o un banano, como dicen aquí - fosilizada/o; ambas piezas, únicas en toda la Tierra y que, se calcula, datan de, más o menos, 135 millones de años, la misma edad que las amonitas y los ictiosaurios.



En el museo: restos de cronosaurio

Y ¿cómo podía haber aquí, donde estamos ahora, en lo alto y lo fresco de la cordillera de los Andes, y al mismo tiempo, fauna marina y flora terrestre tropical? Simplemente porque, en aquellas épocas, no había cordillera; había un mar con su fauna marina, y había costas con su flora tropical como corresponde a estas latitudes cuando no interfiere altitud, y con sus dinosaurios.

Ah pero, acabamos de enterarnos, lamentablemente para nosotros - e increíblemente - no todo lo que está en el museo es lo que parece ser: por lo menos dos piezas no son lo que parecen ser.

Estábamos hablando con el curador del pequeño museo para solicitar permiso de fotografiar el cacao y la banana fosilizados - sacándolos de sus vitrinas, naturalmente - y él, en un impulso de honestidad, considerando la naturaleza de nuestra Expedición, nos confesó que los ejemplares expuestos no son los originales sino réplicas, y por lo tanto, quizás, no dignos de ser fotografiados por nosotros.

Felizmente, muy solícitamente, se apresuró a satisfacernos con que los originales están en el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, >>>>>>>>