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Luego, aprendimos que, efectivamente, es un juego favorito de los artistas de la calle, enredar a la gente en una situación de confusión y aprovecharla para darle, finalmente, solamente una fracción del importe correcto; pero, en este caso, gracias a la vigilancia de Božka, quien, cada vez, vio cuando el sujeto le restaba billetes al fajo y con dexteridad de prestidigitador se los ponía en el bolsillo, y con la firmeza de Karel, fue el estafador quien salió perdedor, pagando por los dólares mucho más que el cambio del día.

Como dicho en otra oportunidad, no se puede juzgar un grupo por uno o dos de sus miembros, pero este incidente nos trae de vuelta a la memoria una situación quizás similar, que ocurrió con el piragüero que encontramos en el paraje de Cacarica: cuando le pagamos lo convenido, primero, deslizó subrepticiamente - pero no sin que Božka lo viera - uno de los billetes en su bolsillo, y luego nos presentó los demás billetes como que no entendía qué le habíamos pagado; cuando Božka le dijo que también sacara el billete que había escondido en el bolsillo, de repente, no hubo más necesidad de aclaraciones - además, no se sabe muy bien qué quería conseguir, ya que el billete que escamotó resultó ser el de menor denominación de todos - quizás no sabe leer. No se puede juzgar un grupo por dos o tres de sus miembros, pero es una curiosa coincidencia que los Colombianos tengan una fama internacional bien establecida de ladrones y de estafadores; esperamos que eventualmente podremos decir que no es así.

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Hoy, lunes, que teóricamente tenía que haber sido un día de encarrilamiento de las cosas, o sea, de pasar por Migraciones y de ver si el barco con el vehículo ya había llegado o llegaría hoy, fue un día de descarrilamiento, de suspenso que no sabremos a ciencia cierta hasta el jueves o el viernes cómo se resolverá, y fue un día de atraso.

Primero, fuimos al puerto para presentarnos ante Migraciones y para averiguar lo del barco.

En cuanto al barco, nos enteramos de la desagradable nueva de que no solamente no había llegado sino que llegaría recién pasado mañana; o sea que tendremos que pasar, por lo menos, dos noches más en un hotel, con el gasto consiguiente.


Vista desde el hotel Don Blas

En la oficina de Migraciones, nos mandaron a una oficina central de Migraciones - una oficina que nosotros habíamos buscado por la guía telefónica pero que debe de ser el secreto mejor guardado de Cartagena porque no figura bajo ningún rubro en el cual pudimos pensar.

Fuimos, pues, a la oficina central de Migraciones.