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Mínima, esta mañana, 5 grados. Cuando nos despertamos, todavía en la media oscuridad, nos pareció estar ya en los Andes.

Llegamos a Buenos Aires - Buenos Aires en el sur de Costa Rica, se entiende, y no sin problemas.

Al echar a andar, esta mañana, la carretera siguió subiendo un poco más, hasta alcanzar la máxima de 3.300 metros según nuestro altímetro - si bien, en teoría, tendría que haber sido 3.490 metros; también en teoría, de la cresta alcanzada, se tendría que haber podido ver, a 50 kilómetros de un lado, el Pacífico, y a 80 kilómetros del otro lado, el Atlántico, pero, hoy, ni los valles cercanos se podía ver, llenos que estaban de nubes.

Luego, fue todo cuesta para abajo, una larguísima bajada, de los 3.300 ó 3.400 metros a 3.000, 2.500, 2.000, siempre bajando. Alrededor de los 1.250 metros, aparecieron nuevamente los bananos. Siempre en segunda velocidad para evitar frenadas prolongadas.

Pero, con cada frenada, aun corta, el conductor de la Expedición llegó a sentir los frenos cada vez más flojos; comentó a Božka que probablemente no los habían purgado bien en San José, que había aire en las cañerías y que habría que purgarlos nuevamente.

Cuando llegamos a San Isidro, primer pueblo después de la bajada, no solamente los frenos se habían puesto alarmantemente flojos sino que, literalmente, se prendió una luz de alarma. El chofer se fijó debajo del bonete; ¿qué vio?; vio con asombro inenarrable que habíamos perdido la tapa del recipiente del líquido de frenos, que habíamos perdido todo el líquido, que el motor estaba enchastrado de líquido, y que habíamos llegado, por coincidencia, con la última gota de frenos al centro del pueblo.

Por supuesto, todo, culpa del bruto de San José, que no habrá colocado la tapa de vuelta correctamente - si es que la colocó. Naturalmente, en semejante pueblito no se pudo conseguir una tapa de repuesto, especialmente que nuestro vehículo es de fabricación vespucciana, y, hoy en día, la legenda de conseguir un repuesto vespucciano en cualquier almacén ya no es válida; aquí, todo el mundo anda en vehículos japoneses; de manera que hubo que fabricar una tapa de emergencia con hojalata y plástico, comprar líquido de freno, purgar los frenos, para poder seguir viaje. A ver cuándo termina esta mala racha de los frenos.

Este Buenos Aires es un pequeño pueblito con una municipalidad prolija y una iglesia moderna; así que vimos dos Buenos Aires en Costa Rica; hay un tercero, lejos de la ruta principal, más hacia Nicaragua.



Este Buenos Aires