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cualquier tiempo. Asombra muchas veces, la percepción, la observación, la imaginación, la paciencia, que hizo falta para descubrir, por primera vez, todos los detalles físicos de las esculturas, y otro tanto para encontrarles, entonces, una explicación; maravillarse ante un detalle que un guía muestra, es una cosa, descubrir por primera vez el mismo detalle - y su significado - es una cosa muy diferente.

Este concepto de símbolos encodados como parte esencial de una escultura es totalmente ajeno a la razón estética de la mayor parte del arte europeo y es más bien reminiscente de cierto arte asiático.

Ciertas partes están tan rebuscadas que parecen churriguerescas - hasta están talladas, perforadas, de par en par, como ciertos sillones Luis XV - con la diferencia de que los sillones son de madera y estas esculturas son de piedra.



Una tal escultura

Un aspecto visto mejor no de cerquita sino desde varios pasos, es el carácter asombrosamente asiático oriental de ciertas de las caras representadas en las estelas.  Notable.

Y otro aspecto percibido mejor desde aún más lejos es la similitud de apariencia general entre estas estelas mayas copanescas y las estelas asiáticas de Amarâvati; si bien resultando, cuando uno se acerca otra vez, los motivos componentes individuales diferentes en los dos casos.

Hay que comprender que las ruinas excavadas son solamente las manzanas administrativas y ceremoniales de una gran ciudad, con un sitio principal de unas 30 hectáreas; y con, además, sobre kilómetros a la redonda, más sitios todavía por despejar. La plaza grande tiene capacidad para 20.000 personas; hay 2.000 túmulos todavía sin excavar.

Una parte del recinto central de la ciudad es una cancha de juego de pelota - no, no era un deporte en el sentido moderno sino que era una ceremonia, y una ceremonia con un desenlace que es difícil de entender aun cuando así lo cuentan los sabios: el capitán del equipo perdedor perdía la vida, y el capitán del equipo ganador ... también la perdía; con la diferencia solamente de que el perdedor estaba matado ignominiosamente y tirado a un río que, en aquellos días, pasaba al pie de la acrópolis, mientras que el ganador estaba sacrificado con toda pompa en un altar. ¿Por qué? Porque si se le daba a los dioses algo malo como un perdedor, también había que darles algo bueno como el ganador.

Este concepto de opuestos también se presenta en ciertas esculturas;

»«  vimos una, de forma algo como un cubo, con dos lados adyacentes ocupados por una cara, o mejor dicho una máscara, de ojos secos, o sea los ojos sin más, y con dos otros lados ocupados por una máscara de ojos llorando, o sea >>>>>>>>