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Pero ahora vemos un problema de tiempo. Ayer, pensábamos que pasaríamos hoy por este Choluteca a eso de las 9 de la mañana para presentarnos en la frontera a eso de las 11, y resulta que ya son las 13; quiere decir que no pasaríamos la frontera antes de las 16, y realmente no conviene pasar la frontera y en seguida estar parados para la noche.

Bueno, vamos a seguir viaje de todos modos hasta la frontera misma, justamente para averiguar con los Nicaragüenses; pero retrocediendo suficientemente luego, y volviendo a la frontera por la mañana.

Estamos subiendo pues de la llanura de Choluteca, adentrándonos nuevamente en terreno montañoso.  Es una subida ininterrumpida.

Llegamos a un punto desde donde se puede divisar en la lejanía el golfo de Fonseca con, a la derecha, una punta que pertenece a El Salvador, y a la izquierda, un cerro que pertenece a Nicaragua, y en el medio, el litoral hondureño; así que, desde aquí, se ve los tres países a la vez.



El golfo, en la lejania

Esperamos poder visitar El Salvador durante nuestro retorno, y esperamos estar en Nicaragua mañana.

Se nos acercó un motociclista para ofrecernos, él también, moneda nicaragüense por otras monedas. No, no queremos moneda nicaragüense, pero empezamos a hablar con él.

Nos pintó un cuadro de las formalidades y de las exigencias de la aduana nicaragüense simplemente pavoroso; nos habló de un sistema aduanal en el cual la regla del juego es que el viajero tiene que declarar todo, todito, lo que lleva consigo y, a la salida, si se comprueba que se olvidó de algo, ese algo se le quita - en el caso nuestro, para un viaje tan largo, ni siquiera sabemos muy exactamente al instante qué tenemos dónde; nos contó el caso de una viejita que, en la aduana, fue puesta en cuero para su revisación.

Naturalmente, sabemos que no todo lo que se dice es cierto, pero también sabemos que no hay humo sin fuego; el motociclista nos dejó pensativos.

Bueno, más razón para dejar de mirar el golfo de Fonseca y los tres países, y para apurarse hacia la aduana.

Contratiempo en la aduana. Resulta que el puesto fronterizo nicaragüense no se encuentra a pasos del puesto hondureño sino que, por una parte, el puesto de migraciones nicaragüense está a unos 2 kilómetros y, por su parte, la aduana, a unos 20 kilómetros más allá.

¿Qué podemos hacer? Nada. Habrá que hacer las formalidades de salida de Honduras sin saber qué nos espera a la entrada a Nicaragua; con los Nicaragüenses, habrá que averiguar todo muy bien antes de empezar a hacer las >>>>>>>>