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le pareció una idea muy divertida querer saber qué octanaje tiene cada nafta.

Recién desviamos un kilómetro de la carretera principal para llegar hasta el pueblo de Chimaltenango. El derecho a fama de este pueblo es que tiene una fuente, incidentalmente auténticamente colonial, en su plaza central, de donde el agua se divide en dos, parte fluyendo hacia el Pacífico, y parte, hacia el Atlántico. Preguntamos a varios parroquianos en la plaza si es cierto, y nadie supo decir; tuvimos que ir a la municipalidad y hablar con la autoridad para enterarnos de que realmente es así; conque los lugareños no son siempre los que más saben de sus propias cosas.

Había feria, vale decir que había romería de los paraborígenes en sus indumentarias tradicionales.



Feria en Chimaltenango

Incidentalmente, no nos acordamos si fue esta mañana o ayer, vimos una mujer con un vestido de los internacionales, o modernos, cómo se los quiera llamar, y nos pareció bien miserable, comparado con la belleza y opulencia de la indumentaria paraborigen.

Respecto a la indumentaria nativa, indígena, paraborigen - en este caso, son palabras, conceptos, intercambiables - es cierto que es muy atractiva, que es un elemento de afirmación de individualidad colectiva, si se lo puede decir así, que cien pueblos tienen sus atavíos, mayormente femeninos, a veces masculinos, distintos y distintivos; pero el turista nunca piensa, y el viajero no siempre piensa, en lo cara que resulta semejante indumentaria, en el lujo que es, lujo que cada vez menos gente se puede dar y permitir, en el sacrificio que, a veces, es, para conservar la tradición, la individualidad poblana.

Volvemos y volvemos a hablar de los paraborígenes. Es que no podría ser de otra manera. 90/oo de la población tiene sangre paraborigen; 50/oo, pura; 40/oo, mestiza.

Siguiendo viaje, vemos gente llevando animales; una mujer, con un lechón debajo del brazo, un hombre, con un chancho en una correa como si fuera un perro, otro, con un ternero, unas mujeres, con un pato y una gallina debajo del brazo.

Ahá, ahora vemos por qué; hay una feria de animales.

Tenemos que modificar una impresión anterior. Si bien, cuando notamos que no habíamos visto ni una basurita, era así, desde entonces, hemos visto varios basurales a lo largo de la carretera.

La carretera sigue siendo muy buena. Hablando de chanchadas, reciencito teníamos un coche delante de nosotros, de donde el conductor tiraba envoltorio tras envoltorio.

Nos estamos aproximando a la ciudad de Guatemala. Con una larguísima bajada, nos hundimos en el mar de contaminación atmosférica y acústica de la capital número cuatro de Guatemala.