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Bueno, está de vuelta. Dar con el agente, mejor dicho los agentes, fue fácil; los agarró justo cuando salían de su automóvil. Conseguir el sello ritual fue igualmente fácil, lo tiene en el bolsillo, mejor dicho en el portafolio. Así que ahora, a hacer las reservaciones para mañana, domingo.

Tenemos las reservaciones, pero no para mañana sino para el lunes.

Bueno, no está tan mal. Vamos a poder dar la vuelta de la punta meridional de Baja California más pausadamente; en un día, hubiese sido una corrida.

Estamos estacionados para la noche en otro círculo característico del planeta, el círculo del trópico del Cáncer. Ni siquiera lo elegimos así; fue donde, por casualidad, nos tocó el anochecer.

Es inevitable, naturalmente, pensar en aquel otro círculo, el círculo polar ártico, donde también pasamos la noche.

Lo curioso es que, en este círculo "tropical", vertiginosamente falta la aparentemente obligada exuberancia estereotipada de la flora y de la fauna "tropicales"; es éste un desierto, a su manera, como el ártico del círculo polar es un desierto, a su manera.

Es más que curiosa esta similitud notable entre regiones de tan diferentes significados simbólicos habituales; es cierto, en vez de cactos aquí, agujíferos raquíticos allá; en vez de ambituras de calurosas a templadas aquí, ambituras de frígidas a frías allá; en vez de buitres aquí, cuervos allá; pero, por lo demás, hay mucha más similitud en el espíritu de estas dos regiones - por lo menos en los lugares donde las vimos - que lo que se esperaría.

Hay aquí un monumento que es un globo con una ranura marcando el trópico; pero parece sin terminar porque la ranura no está realzada de ninguna manera y no hay ni una letra de inscripción alusiva; por lo menos, así no dan una latitud equivocada como la dan los Canadienses en el círculo polar.



En el terreno, poca cosa; todo está en la cabeza

Lamentablemente, otra vez nos toca la ineludible obligación de disentir con una necedad universalmente tragada como verdad verdadera, bajo la bendición de los doctos genios; de disentir con la vox universalis - lo que incluye las inocentes masas descarriadas y los culpables doctos sesos descarriantes.

Y ello, no por un tema solo sino por la acumulación de una trilogía, una trinidad, de temas, precisamente en este mismito sitio.

ø  En nuestra inocencia, nos preguntamos ¿por qué se habla de solsticio - o sea de detención del Sol - cuando el Sol no se detiene? El Sol sigue su curso. Si algo se detiene, es la oscilación de la Tierra. Entonces ¿por qué no hablar de geosticio?