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Hace un rato, la carretera empezó a correr por el medio de bañados, con cantidades cada vez más nutridas de pájaros acuáticos por todos los lados; hasta que, literalmente, nos costó trabajo percibir lo que veíamos, creer nuestros propios ojos, con nubes negras de pájaros grandes tapando partes del cielo; no pudimos hacer otra cosa que detenernos y mirar.

Son mayormente pelicanes, miles de pelicanes; algunas bandadas, de pelicanes blancos - los más jóvenes, según nos dijo un lugareño, y bandadas, de gris oscuro, de pelicanes más viejos. Asombroso no es solamente la cantidad de pájaros en cada nube sino que las nubes se extienden sobre kilómetros y kilómetros de horizonte a horizonte; a veces, las nubes se encuentran, se mezclan, y se separan nuevamente, como dos galaxias en el espacio. También hay otros pájaros, como gaviotas, garzas y lo que parece golondrinas de mar. Los pelicanes parecen flotillas de bombarderos pesados, las golondrinas, escuadrillas de aviones de caza. Parece que estuvimos transportados millones de años en el pasado y que estamos mirando por una ventana abierta sobre los principios de la vida en este planeta.  Pero hay que seguir adelante.

La topografía es una mezcla de sierras muy dentadas, de lagunas que parecen de muy poca profundidad, pero bastante extensas, y de médanos; una mezcla bastante revuelta.

Nos estamos acercando a San Felipe, por lo tanto, no podemos ir postergando más nuestra decisión final si es que queremos seguir más allá de San Felipe por la costa del golfo o si queremos cruzar la península hacia el Pacífico y seguir la ruta principal; lo cierto es que todo el mundo, inclusive la antropóloga de ayer, nos dijo que, de San Felipe para el sur, el camino es tan malo que apenas si hay camino. Bueno, no es que no nos gusten los caminos raros, pero tiene que haber algún propósito, y, en este caso, no lo vemos; vamos, por lo tanto, a doblar antes de llegar a San Felipe, hacia el Pacífico, hacia el pueblo de Ensenada.

Estamos pasando cerca del pueblo de Santa Catarina, un pueblo de los escasos descendientes paraborígenes sobrevivientes - en este caso, los Paipais. Todavía conservan algo de las costumbres y del idioma ancestrales; no fueron obliterados por completo probablemente porque su salud supo sobrevivir las enfermedades traídas por los misioneros y demás Españoles.

Estamos en Ensenada.



Ensenada: el cementerio y la ciudad

El camino transpeninsular, lo esperábamos, y resultó ser, sinuoso - vertical- y horizontalmente - si bien sin excesos; el ambiente, lo esperábamos, y resultó ser, árido, rocoso, quebrado, pero solamente hasta alcanzar la línea orográfica divisoria; del lado del Pacífico de la espina serrana de Baja California, empezaron a aparecer cultivos.

Ensenada es una ciudad sin atractivos, pero, por lo menos, no tiene el ambiente de romería desorganizada que impera en Tijuana.