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\LA/  Queda un poco de tiempo para  mencionar dos cosas que observamos ya hace >>>>>>mucho - naturalmente - pero que nunca tuvimos el tiempo de anotar.

Por una parte, la manera de presentar el precio de la nafta, y de la nafta solamente - no pasa lo mismo con otros productos.

No dan el precio de la nafta en un importe de dólares y centavos por galón sino de dólares, centavos y 9/10 de un centavo; por ejemplo, 1,18 9/10, de manera que si a alguien se le ocurriera comprar una cantidad exacta de galones no podría pagarlo a no ser que fuera por múltiples de diez galones; una linda locura para que el precio parezca un centavo más barato, si bien está a solamente 1/10 de centavo del centavo superior.

Por otra parte, la manera de escribir decimales.

Para escribir una cantidad que consta de 0 unidad y alguna decimal, como por ejemplo 0,2, aquí, por el razonamiento de que el 0 no tiene valor, simplemente lo omiten y escriben ,2 - mejor dicho, según la costumbre que tienen, ya que, en vez de la coma, utilizan un punto, escriben .2.  En pura lógica, quizás tengan razón, pero, en la práctica, es sumamente peligroso porque es muy fácil, en muchos casos, no ver el punto por lo diminuto tipográficamente que es, y creer que se trata de 2 unidades cuando, en realidad, se trata de 0,2.

Y hay casos cuando su lógica se evapora porque escriben .20, cuando cualquiera sabe que el 0 a la derecha del 2 no tiene ningún valor y que, por lo tanto, se puede omitir - y sin peligro de mala percepción e interpretación.

Y como todavía queda un poco más de tiempo, vamos a sacarnos de encima, dar curso, a otro tema que hace mucho que espera, un tema que empezamos a mencionar ya en Nueva Inglaterra y que justamente aquí, en Alta California, volvió a cobrar muy mucha actualidad, el tema de la marea vehicular en Vespuccia.

En la intersección de las autopistas Harbor y Santa Mónica, acá en Los Angeles, pasa un flujo diario de unos 420.000 vehículos - cuatro cientos veinte mil por día ...



Aquí, el Santa Monica Boulevard

Y lo peor es que no es un síntoma, o un símbolo, de lujo; frecuentemente, al contrario, es una agobiadora necesidad por falta de transporte público: junior puede necesitar su coche para ir a la escuela o a actividades extra-escolares, el padre puede necesitar su coche, sin el cual no tendría cómo llegar a su trabajo, y la madre puede necesitar su coche aun para cosa tan prosaica como ir al mercado, o quizás también a su propio trabajo para ayudar a pagar todas esas cuotas mensuales.

Algo de 35/oo de todas las familias vespuccianas así tienen que tener dos coches o más, no como lujo sino como onerosa necesidad, como hipoteca ambulante, que nunca terminan de pagar porque, por regla, pasan de coche en >>>>>>>>