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En otros tiempos, Los Angeles tiene que haber sido un lindo pueblo - antes de su auto-destructivo explayamiento, antes de su contaminación.

En muchos lugares, hay altísimas palmeras, delgadas, con un copete de palmas; y, a veces, su emplazamiento está sorprendentemente coordinado con los edificios, mucho más recientes que las palmeras - pero no es un misterio: son las palmeras, más viejas que los edificios, que se adaptaron a los edificios; con los medios técnicos de hoy, se muda las palmeras, y ya está. Nosotros mismos vimos tales palmeras u otros árboles grandes siendo transportados como si fueran apenas arbustos.



Palmeras listas para mudanza

Tuvimos dos entrevistas apropiadas para esta ciudad de conexión con América hispana: una, con el diario hispano de Alta California, y una, en la cadena de televisión hispana de Vespuccia, cadena con 192 estaciones diseminadas por todo el país y unidas por satélite.

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 Nuestro  primer  objetivo esta  tarde,  después de  dejar el  motel, fue
      visitar el Laboratorio Sismológico del famoso Instituto Tecnológico de California - entiéndase de Alta California para no ser cómplice en la usurpación de la palabra California.  Vamos a viajar tanto todavía en zonas propensas a terremotos que es solamente natural querer saber algo, por si acaso.

Lo primero, principal, y último, que vimos en el Laboratorio Sismológico fue sismógrafos y más sismógrafos, con rollos y rollos de sismogramas, y las inevitables procesadoras.

Hay dos tipos de sismógrafos: un tipo, para captar movimientos sísmicos cercanos, que tienen vibraciones de períodos cortos, y un tipo, para movimientos lejanos, que se registran como vibraciones de períodos largos. Dio la casualidad de que vimos aquí el sismograma de un terremoto en Guatemala.

Ver las sinuosidades de un sismograma es interesante, pero seguir los movimientos mismos del estilete moviéndose con precisión y minuciosidad, y a veces enloqueciéndose, es simplemente fascinante.

- ¿Por qué tienen tantos sismógrafos?

- Porque somos un centro receptor de vibraciones sísmicas de muchas regiones, estando cada sismógrafo en el laboratorio unido con su correspondiente detector de movimientos por una línea de teléfono arrendada o por comunicación radiofónica.  Incidentalmente, un solo detector y sismógrafo no serviría para nada; para cualquier trabajo substancial es necesario compilar los datos de toda una red de detectores y sismógrafos.

Lógicamente, un fenómeno tan estremecedor como lo es un sismo despierta una preocupada curiosidad.